martes, 22 de noviembre de 2011

NUNCA SE QUE DIA ME ESPERA


Cada día me cuesta más levantarme, el sonido del despertador me agobia, me despierto angustiada, no sé que día me espera, últimamente no hay ninguno bueno, si hay suerte  y el teléfono no suena, alguien vendrá a verme reclamando dinero, y yo ya no sé qué decir, no puedo hacer más de lo que hago. Me avergüenza esta situación, me da vergüenza deber dinero. Si nada de esas dos cosa pasa, entonces será el cartero el que me traiga las malas noticias, si no viene a la tienda, me  encontraré el papelito en el buzón de casa, como no puedo acudir a correos, pues no tengo ningún día fiesta, mando a una vecina con la que tengo cierta confianza, a que me coja la carta certificada. Al principio hasta me temblaban las manos al abrir la carta, ahora la abro pero casi ni la miro ¿para qué? Me van a pedir un dinero que no tengo, las voy acumulando en un bolso, la verdad es que no sé porque no las tiro.

Hay días, muy pocos, en lo que nadie me molesta, paso la mañana relativamente tranquila, no voy a decir que trabaje a gusto, porque hace mucho que no lo hago, pero la mañana se me hace más llevadera. Llego a casa esperando que la buena suerte siga, si abro el buzón y no me encuentro nada, respiro hondo y pienso, mañana, el disgusto será doble, la ausencia de malas noticias, se me asemeja a la calma antes de la tempestad, miedo me da.

En cuanto entro en casa mis pensamientos van cambiando, me obligo a soñar, a pensar en que a lo mejor en algún momento mi suerte cambia, que a lo mejor, consigo mantener esta casa. Que le vida no puede ser tan mala, que algo pasará y podré resolver mis problemas, solo pido tener el dinero suficiente para saldar mis deudas, no me importa seguir trabajando, sé que si estoy tranquila, volverá a gustarme mi trabajo, disfrutaré vendiendo. En algún momento mi suerte ha de cambiar, no me merezco tanta desdicha, tantos malos ratos, sé que soy un poco rara, siempre lo he sido, pero nunca he hecho daño a nadie, por lo menos no conscientemente. Que soy buena gente, que esta mala situación no la he provocado yo, han sido un cumulo de circunstancias las que me han traído hasta este infierno, que lo único que he hecho desde que tengo veintidós años es trabajar, nunca he vivido por encima de mis posibilidades, soy humilde, nunca he intentado aparentar lo que no tengo, no me merezco esta situación. También sé, que todos los que hoy me reclaman dinero, están teniendo paciencia conmigo, por ser yo, porque siempre he estado al día en mis pagos. Pero hasta esa suerte entre comillas, tiene un límite, que todos estamos pasando por malos momentos, que esto es una cadena todos dependemos de todos, si yo no pago, ellos no pueden pagar y así sucesivamente.

Salgo al jardín con la comida para que mis pensamientos cambien definitivamente, miro mis plantas, las mimo, las hablo con cariño, ellas me lo agradecen con su belleza.

Hay veces que el perro de mi vecina no para de ladrar, me incomoda, no me deja relajarme, así que como rápidamente y me voy a dar una vuelta por el pueblo. Me siento en la terraza del bar a tomar un café, a observar a la gente. Desde allí se ve la plaza, el griterío de los niños a la salida de la ikastola, me alegra, donde hay niños hay vida y recuerdo cuando era yo la que iba al parque con mi hija, cuando iba a buscarla a la ikastola ¡qué pena! Tenía una familia, y ahora estoy completamente sola, si llego a saber entonces lo que hoy se. Desde que he empezado a trabajar un poquito menos y vivir un poquito más, vienen muchos recuerdos a mi cabeza, pero acabo sintiendo tanta pena, tanta tristeza, que me los quito de la cabeza, prefiero no acordarme, no pensar. ¿Qué pecado habré cometido para vivir en esta agonía? No sé lo que habré hecho, pero ya lo he pagado con creces, creo que ya me merezco un poco de tranquilidad.

Soy muy maniática con mis costumbres, siempre hago lo mismo, no me gustan los cambios, aunque salga antes de casa, siempre voy al ver la casa a la misma hora. Soy tan de costumbres, que tengo que ver al tipo desagradable antes de ir a su casa, me lo tomo como una forma de pedirle permiso para observar su casa. Le miro de reojo, me sonríe, le hago un gesto con la cabeza y ya está. Se ha convertido en una especie de ritual, como la de tomar el café siempre en la misma mesa, en el mismo bar, a la misma hora, si es posible y mi vecina no está en casa, si no voy antes.

Me siento a observar la casa, yo vivo en el ático, toda la planta para mí. Me levanto, abro la ventana de mi habitación, el sol me da de lleno. Me quedo un rato recibiendo el calor de sus rayos, sonriendo. Abro las ventanas de toda la casa para que se renueve el aire. Desayuno frente a la ventana, mirando el paisaje hipnotizada por su belleza. Se respira una calma absoluta, el silencio solo es interrumpido por el trinar de los pájaros, a veces algún atrevido se posa en mi ventana,  dándome los buenos días.

Voy a mi estudio, tengo un lienzo empezado (otro de mis sueños olvidado) lo observo, me meto en el paisaje que estoy creando, vivo en él, en cada pincelada, en cada tono, en cada sombra, estoy yo, mi necesidad de expresión. Paso la mañana inmersa en fantasías, en matices, con cada pincelada sale un poco de mí, mezclo colores hasta que consigo el deseado, lo voy introduciendo en el paisaje. No existe nada más para mí, es mi momento mágico, en el que sale mi ser, mi yo escondido.

Llega el mediodía y salgo de mi estudio, sin apenas mirar el resultado de mis pinceladas, espero a la mañana siguiente para verme reflejada en él.

Vuelvo a casa reconfortada, casi feliz. Vivo con tanta intensidad esos momentos, que  los siento como si fueran reales.

Salgo al jardín a cenar algo, llena de esperanza, en algún momento mi suerte a de cambiar, la angustia desaparecerá. Podré mirar al futuro de frente, sin miedo, con esperanza. Solo pido vivir tranquila, sin llamadas, sin visitas, ni cartas amenazantes. Levantarme por la mañana sin miedo al día. Estoy al límite de mis fuerzas.


4 comentarios:

  1. He leído con la atención que merecen todas las particularidades que te suceden, Marian, y no tengo por menos que lamentar con fuerza la situación que describes.
    Pinta. Creo que una actividad artística que posees debes desarrollarla.
    Posiblemente en la fantasía de la pintura puedas expresar con más sentido una situación tan insoportable como la que describes.
    Sin curiosidad, ¿cómo es posible sentir tanta angustia, tan poca esperanza?
    Entiendo que te encuentres encerrada entre la incomprensión y las miserias creadas por ciudadanos que "cumplen órdenes". Lo siento.

    Un abrazo.

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  2. Es un momento duro, claramente se ve.

    Pero pasarà. Todo pasa. Te ayudarà pensar que en 5 años, sea como sea, està situaciòn ya ni la recordaràs.

    Ten fuerzas.Si no te rindes, la "gran tragedia", nunca sucede.

    Un abrazo.

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  3. Cuando la vida te sonría hasta los ladridos del perro de tu vecina te gustaran,.
    Creo que te vendría bien leer mi ultima entrada sobre la autoestima , si no fuera así me lo demandas.
    ¡Tú sabes por "experiencia" que todo pasa"
    Un beso

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  4. Carlos Augusto Pereyra Martínez26 de noviembre de 2011, 12:44

    Hay una novela titulada Trapos al sol, de una novelista colombiano, que ahora se me escapa el nombre, que habla desde los lugares...no son las los sres humanos los protaganistas, sino los espacios. UN abrazo. carlos

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