lunes, 28 de noviembre de 2011

SI NO LO HICIERA ME VOLVERIA LOCA


Ahí está el tipo desagradable, el caso es que nunca le veo llegar. Cuando vengo antes a tomar el café estoy pendiente, pero en cuanto me distraigo mirando a la gente o saludando, miro y ya le veo sentado con el botellín de cerveza en la mano, es curioso, algún día le pillaré. Hago como que no le he visto, pero sé que me observa, me hace sentirme incómoda. Cuando llega la hora, me levanto, paso delante de él mirándole de reojo, me saluda sonriendo le hago un gesto con la cabeza como si le acabase de ver y sigo mi camino.

Me siento en mi choco, miro la casa imaginando que es mía. Haciendo mi vida imaginaria en el ático.

El sol entra por el velux, miro para arriba y me lleno de su energía, sonrío a la vida. Me siento a comer, con el gato entre mis piernas reclamando mi atención. Es precioso, blanco, me mira siento que me sonríe, le doy su ración de comida. Mientras como hablo con él, sé que me entiende, pues me mira y maúlla como si me contestase. Cuando terminamos de comer se sienta en mi regazo, acaricio su lomo hasta que ronroneando se duerme.

Miro mi casa, no hay lujos, pero es confortable. Cada vez la siento más mía, aquí estoy yo y mis cosas, mis rincones que voy decorando lentamente, disfrutando, creando espacios que hablen por sí solos, la casa está llena de plantas que alegran mi vista, adornando cada rincón.

La librería detrás del sofá está abarrotada, cientos de libros colocados de mil formas distintas, no me gusta la uniformidad,  me gusta el desorden ordenado, la espontaneidad, cada libro tiene su historia, su propia vida. Como lectora empedernida que soy, mis libros son parte de mí. Reflejan mis estados de ánimo.

Paso horas leyendo, recreándome con historias ajenas, plácidamente sentada, serenamente. Sin nadie que me moleste, sin ruidos generados por la mala intención, sin portazos que me exaltan.  Vuelvo a leer LOS PILARES DE LA TIERRA. ¿Será capaz de de seguir dándole patadas a todas las piedras que el destino pone en mi camino? Por supuesto. Siempre lo he hecho. Siempre he tenido fuerza suficiente para salir adelante, no es la primera vez que tengo problemas, siempre los he resuelto, ahora también.

Salgo de mi choco, fortalecida, con esperanzas renovadas. En algún momento mi suerte cambiará, será capaz de buscar la solución a mis problemas, solo necesito estar tranquila y serena para que mi cerebro funcione correctamente. Vuelvo a casa convencida de que lo voy a conseguir, que esta situación no me la merezco, que no la he provocado yo, no sé de qué manera, pero mi suerte va a cambiar.

Quizá, esta forma de evadirme no sea la correcta, pero  necesito creer. Imaginarme tranquila y serena en esta vida imaginaria. Si no me volvería loca.

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