Miro el teléfono que no para de sonar, no sé qué hacer si
cogerlo, colgar la llamada o simplemente ignorarlo. Al final puede el sentido
común y cojo ¡estoy tan harta de malas noticias!
Me llaman del banco reclamando dinero, pero si ya saben que
ingreso en la cuenta hasta el último euro que tengo, ¡para qué coño me llaman!
Me siento acosada, que hagan lo que tengan que hacer, cualquier día voy a
perder los nervios y no respondo de lo que pueda hacer.
Estoy trabajando, tengo que aguantar las ganas de chillar,
comerme los nervios, introducirlos en mi estómago, que más tarde reclamará mi
atención. Pero ahora tengo que mantener la calma, tengo que hacer como que no
pasa nada y sonreír. Cada día me cuesta más, se que por mucho que intento
disimular, no siempre lo consigo, no digo nada pero en mi forma de actuar se
nota, ya son muchos años trabajando en el mismo sitio, la gente me conoce y
seguro tienen que notar que algo pasa, que no estoy bien, que los nervios me
consumen.
Sigo trabajando, intentando hacer mi trabajo lo mejor
posible, pero sé que me falta lo fundamental, la ilusión por él. El desgaste
moral va haciendo mella en mí, pero sigo disimulando, no pasa nada, todo está
bien. Solo deseo que las horas pasen rapidito, que pueda cerrar la puerta del
comercio e irme a mi choco, a mi escondite. Intentar cambiar mis malos
pensamientos, por cosas agradable, donde puedo soñar que a lo mejor mi suerte
cambia, que a lo mejor cualquier día cojo el periódico con mi boleto de lotería
en la mano, compruebo el número y es el mío. No pido una fortuna, no me importa
seguir trabajando, solo pido poder vivir
tranquila. En mi choco, en este pueblo, consigo serenarme y soñar, quizá no sea
la mejor forma, se que lo único que hago es engañarme a mí misma, pero es que
si no lo hago así, cualquier día me va a dar algo, ya son muchos malos días,
muchas malas noticias, la sensación de estar en un callejón sin salida me
oprime el pecho, se me forma una bola en el estómago, que a veces me hace
vomitar. Necesito algo que me saque de ello, si no moriré de angustia, en algún
momento me dará un ataque de ansiedad, no respondo de lo que pueda hacer. No me
quedan más que mis sueños, es mi forma de evadirme de tanta angustia, soñar,
imaginar que las cosas van mejor o simplemente no pensar, centrarme en mis
plantas, sentarme en mi jardín a escuchar el canto de los pájaros o simplemente
el silencio, cuando mi vecina desaparece ¡claro está! A veces me tumbo en la
hierba, me encanta hacer eso, sentir la tierra bajo mi cuerpo, dejar que los
rayos de sol acaricien mi cuerpo. Imagino que estoy en el paraíso, donde no
hace falta dinero para vivir, donde todo el mundo me sonríe, donde reina la paz
y la serenidad. Normalmente con eso me vale, empiezo a sentirme mejor, el
estómago deja de molestarme, si el día ha sido muy malo, entonces tengo que
irme hasta la ermita. Hablo con mi madre, dejo que me acune en sus brazos, que
acaricie mi mejilla. Quizá sean cosas que solo estén en mi loca cabeza, pero
las necesito, necesito creer en ello. Si no me volveré loca.
Luego voy al pueblo,
me tomo un café en el bar, hay dos bares en este pueblo, uno el que yo entro,
donde compro tabaco y me tomo mi café. El otro donde siempre está el tipo
huraño sentado, paso por su lado mirándolo de reojo, siempre me sonríe yo me
limito a hacerle un gesto con la cabeza.voy hasta su casa, he encontrado un
sitio donde poder mirar la casa más discreto, no veo la entrada, pero si el
jardín y la parte de atrás de la casa. No sé el tiempo que puedo estar allí
sentada, pueden ser horas a minutos, solo sé que esa casa me llama, a veces me
imagino viviendo allí, hago planes como si así fuera, imagino cómo será por
dentro, calculo las habitaciones que puede tener, si fuera mía, haría un
hotelito rural, me encantaría hacer eso. Muchas veces he imaginado que lo hacía
antes de fijarme en la casa, este es el lugar perfecto para ello. Crearía un
sitio donde la gente pudiera venir a descansar, el entorno es perfecto, se
respira paz, serenidad. El rio pasa casi rozando la casa, por la parte de
atrás, sentarse en el jardín escuchando el sonido del agua, es sumamente
relajante. Es el sitio perfecto para realizar un sueño que tenía olvidado.
Otras veces simplemente la miro, recorro con mis ojos cada
piedra de sus muros, sin pensar nada en concreto, simplemente la miro.
Vuelvo a casa más tranquila y serena, se que dura poco. Si
tengo suerte y la compañía eléctrica no me ha cortado la luz por falta de pago,
ceno en el jardín si el tiempo acompaña
o leo hasta que el sueño me puede.
Porque eso sí, duermo muy bien, es otra forma de evadirme de
los problemas.
Hay momentos en los que la mejor opción en patear el tablero y que las piezas del juego caigan otra vez.
ResponderEliminarY el teléfono siempre se puede apagar para que no moleste.
Saludos
J.
Esos días uno quisiera pasarlos de largo. Me ha gustado leerte, te seguiré para continuar haciéndolo.
ResponderEliminarBesitos de Arte.